Fue el nombre que Felipe II puso a la gran flota que armó para apoyar la invasión de Inglaterra durante la guerra anglo-española (1585-1604).Debía mandarla el almirante de Castilla Don Álvaro de Bazán, Marqués de Santa Cruz, pero murió poco antes de la partida de la flota, siendo sustituido a toda prisa por Alonso Pérez de Guzmán. Estaba compuesta por 127 barcos.
Apenas hubo zarpado la Armada, las galernas dispersaron la flota frente a La Coruña, empujando a algunos barcos hasta el sureste de Inglaterra, y a otros hacia el golfo de Vizcaya. Tardaron más de un mes en volver a reunir la flota. Por su parte, el duque de Medina-Sidonia volvió a aconsejar una vez más al rey que desistiese de la empresa o que relevase del mando.
Al mismo tiempo, los ingleses enviaron a la desesperada una flota de guerra destinada a enfrentarse a la Gran Armada mientras ésta se hallaba amarrada en La Coruña, pero las condiciones meteorológicas eran tan malas que los inglese ni siquiera consiguieron llegar a España y tuvieron que regresar a sus puertos.
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