Nos muestra como Santo Tomás mete los dedos en la herida de Cristo, en la llaga de su costado, ya que no se cree que lo pueda haber visto resucitado.
Caravaggio ha querido que toda la iluminación del cuadro recaiga sobre el cuerpo de Cristo, dándole un tono amarillento, que le hace parecer un cadáver, envuelto todavía en su sudario.
No hay comentarios:
Publicar un comentario